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LA PROMOCIÓN DE ENFERMEDADES: CÓMO QUIEREN CONVERTIRNOS EN ENFERMOS. |
08/10 |
No es una paradoja que la sanidad pública esté sometida al mismo tiempo a un proceso de recortes y a otro de privatización: se está dejando que los tratamientos largos y caros queden a cargo de la sanidad pública, pero que todo aquello que produzca beneficio pase a la privada, pagada con dinero público. Es lo que se está haciendo ya en Valencia y lo que se quiere hacer en Madrid; en Cataluña se está usando otra vía desde hace años, pero con los mismos objetivos, y pronto el resto de las comunidades van a usar sistemas parecidos.
Por otro lado, se nos está haciendo creer que no hay más remedio que recortar gastos porque el sistema es insostenible, y la machacona repetición de esta (falsa) afirmación ha calado tanto en la sociedad que la mayoría de los perjudicados, que nunca había malgastado ni un euro público, ha acabado creyéndose el cuento, de tantas veces como lo ha oído, porque funciona el hecho de que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad: somos tantos, vamos tanto al médico, sobre todo los inmigrantes, nos hacemos tantas pruebas, compramos tantas medicinas… esto no se puede mantener.
Sin embargo, ¿nos hemos parado alguna vez a pensar lo que realmente sucede? ¿Somos los pacientes los malgastadores o estamos sometidos al poder de unos médicos que nos recetan las pruebas o medicinas que les parece, sin pensar si son útiles o no, o quizá sabiendo que no lo son pero cubriéndose las espaldas o, en algún caso, lucrándose con ello?
Juan Gérvas y Mercedes Pérez Fernández han escrito un excelente libro sobre el funcionamiento del sistema sanitario, que irónicamente se titula Sano y salvo (y libre de intervenciones médicas innecesarias), en el que repasan unas cuantas situaciones vinculadas a la salud, que normalmente los médicos llaman enfermedades y para las cuales prescriben pruebas y medicamentos que a menudo no solo no benefician al ciudadano (no se le puede llamar paciente, puesto que nada padece) sino que lo perjudican claramente.
“No cabe duda: la atención sanitaria es un factor de riesgo y conviene su uso precavido, en caso de verdadera necesidad”, dicen los autores (página 23), a modo de declaración de principios. Muchas veces, carísimos programas “preventivos” causan efectos adversos en una proporción inmensamente mayor que la de las curas que originan. La estrecha vinculación de los médicos con las industrias farmacéuticas, tecnológicas, alimentarias, etc. y las costosísimas campañas de publicidad de estas compañías (que gastan tres veces más en ellas que en investigación y desarrollo) pueden acabar promoviendo enfermedades donde nos las había, es decir, haciendo de una situación normal o de un factor de riesgo una enfermedad que hay que prevenir o tratar mediante caros métodos.
El término en inglés (disease mongering) lo acuñó la escritora y periodista Lynn Payer en 1992 (en su libro Promotores de enfermedad: cómo los doctores, las compañías farmacéuticas y las aseguradoras te hacen sentir enfermo). No es, por lo tanto, un concepto nuevo ni inventado por estos dos médicos españoles con finalidades desestabilizadoras del actual gobierno que tanto vela por nosotros y nuestra salud. Desde que Payer publicara este libro, mucho se ha escrito sobre el tema, pero la publicación del libro de Gervás y Pérez puede hacer que los españoles tengamos fácil acceso a una información que hasta ahora se movía dentro de los círculos profesionales o en medios extranjeros.
La lista de falsas enfermedades y de tratamientos inadecuados que los autores proponen es extensa, y cada uno puede encontrar en el libro información sobre alguna que le hayan diagnosticado o le hayan intentado prevenir, por lo que el libro es útil tanto como manual de advertencia como para tener un conocimiento global de la situación. Ellos mismos dicen que el libro ha sido concebido para que se pueda leer de forma parcial, ya que los conceptos generales los incluyen prácticamente en cada apartado. No es un libro difícil de leer, porque el lenguaje no es técnico en exceso.
De entre los casos que se mencionan en el libro, y solo a modo de ejemplos clarificadores, me gustaría destacar dos, uno referido a mujeres y otro a hombres:
1. las campañas de vacunación contra el cáncer de útero, que han metido el miedo en el cuerpo a una gran cantidad de mujeres españolas, cuando la muerte por cáncer de útero es insólita en España, y solo afecta a mujeres marginales (drogadictas, vagabundas, prostitutas…), precisamente aquellas que no acceden a la vacunación.
2. El tratamiento “preventivo” contra el cáncer de próstata. Cualquiera que conozca a alguien que haya pasado por el calvario de pruebas para “diagnosticar” el cáncer de próstata y que después haya sufrido su extirpación sabrá lo mal que lo ha pasado… probablemente en vano, porque, según los autores, el 100% de los varones que viven 100 años… mueren con cáncer de próstata, que no es lo mismo que morir de cáncer de próstata, porque la gran mayoría de los cánceres de próstata son inactivos y no matan, con lo que, paradójicamente, se puede vincular el cáncer de próstata con la longevidad.
Al final, lo que sucede es que “las clases media y altas enferman por los excesos de intervenciones sanitarias (básicamente por prevención generalmente innecesaria) y las clases bajas enferman por los escasos recursos de curación para enfermedades que en mucho se deben a las condiciones sociales” (página 312). Porque, en definitiva, la clave de la cuestión es esa: son las condiciones de vida las que acaban provocando enfermedades o no: la buena alimentación, practicar ejercicio, la ausencia de ansiedad para llegar a fin de mes. “Los pobres fuman más, están más obesos, cuidan peor su dentadura, son más sedentarios y en conjunto tienen peores estilos de vida”. En realidad no son estilos de vida, sino condiciones de vida, pues no siempre se es libre para vivir sanamente” (página 217).
http://www.dignidadyresponsabilidad.com/magazine/la-promocion-de-enfermedades-como-quieren-convertirnos-en-enfermos/ |
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