En nuestra evolución siempre hemos estado expuestos a los materiales tóxicos del medio ambiente. Estos siempre han estado presentes en cierto grado en la tierra y en el agua. Por este motivo, hemos desarrollado mecanismos de defensa para protegernos de la entrada de dichas toxinas en nuestro organismo y, en caso de que estos mecanismos no sean lo bastante eficaces, hemos desarrollado sistemas para eliminar estos materiales una vez dentro de nosotros.
El problema es que este fabuloso sistema de defensa que la naturaleza nos ha proporcionado no es capaz de lidiar con la enorme variedad y concentraciones de metales tóxicos a los que estamos expuestos hoy en día...