Mi primer contacto con esta resina de color rojo (similar a la sangre) lo tuve hace unos 13 años cuando llegó a mi consulta un hombre de unos cuarenta años, con una quemadura grave en el pie, que había sido atendida en servicio de urgencias y luego en visita domiciliaria, producida por agua hirviendo. Su aspecto era desalentador y las curas que le realizaban diariamente no mejoraban la situación. Cojeaba y el médico le había indicado que de no mejorar con los fármacos sería necesario pensar en otros métodos más invasivos. Recuerdo que le recomendé una dieta alcalinizante, lavados con infusión de echinacea y aplicarse esta resina, que según había leído, poco tiempo antes, se estaba utilizando en EE.UU. en microcirugía dado su extraordinario poder de cicatrización, además de ser un antiseptico eficaz. A los 15 días el aspecto de su pie había cambiado completamente y en un mes solo quedaba un recuerdo de aquella grave quemadura.
Desde entonces, he utilizado el Látex de Drago o “Sangre de Drago” en infinidad de ocasiones como cicatrizante, tanto externo como interno. Recuerdo otro joven jugador de rugby que tras recetarle aspirina le provocaron una hemorragia en una úlcera gástrica (que ya tenía). Dada su desconfianza y en vista de que la pérdida de sangre no parecía necesitar ingreso urgente recurrió a mí. Le recomendé 10 gotas de esta resina en un poco de agua, antes de las tres comidas. Recupero la vitalidad, dejó de notar teñidas las heces y sus niveles de hierro en sangre subieron hasta la normalidad, en tan solo 15 días. Ahora forma parte de ese grupo de productos que recomiendo tener en el botiquín de casa. Pero, ¿qué es exactamente el Látex de Drago?...