Cada día son más frecuentes las intolerancias a ciertos alimentos, y cada día es más frecuente convencernos de que mediante un análisis de sangre específico se pueden detectar dichas intolerancias con una efectividad extraordinaria. Siento discrepar de esto último. No obstante, antes de entrar en una explicación más detallada conviene hacer algunas aclaraciones básicas, para que el lector no se quede nadando en el mar de confusión de la terminología.
1. Las alergias alimentarias más comunes a la leche y a los huevos son más persistentes que en décadas anteriores, según una reciente investigación realizada por el Johns Hopkins Children's Center (EE.UU.). Los resultados muestran que el problema de las alergias alimentarias ha aumentado de forma apreciable en los últimos 20 años, no solamente en el número de casos, sino también en la severidad y persistencia. «El pronóstico para un niño con alergias de este tipo es peor que el de hace 20 años», aseguró el director del estudio Robert Word.
La reacción inmunológica que provoca un cuadro alérgico con manifestación y sintomatología inmediata está mediada por las inmunoglobulinas IgE, y es una reacción tan brusca a la proteína del alimento que cuando es detectada por primera vez deja al afectado incuestionablemente preparado para no volver a tomar dicho alimento.Una respuesta alérgica verdadera implica una reacción anormal o alterada del tejido a un antígeno. Un antígeno puede ser una proteína, una sustancia unida a una proteína, un aditivo añadido a un alimento, o menos comúnmente, un polisacárido. Cuantos más anticuerpos, más persistente la alergia y menos susceptible de superarla a corto plazo...