Los Radicales Libres son átomos o moléculas que contienen oxígeno y presentan un ELECTRÓN LIBRE en su órbita externa. Las moléculas estables tienen electrones en parejas (es como un sistema de “amigos”). Sin embargo, si un electrón no se empareja con otro, se vuelve muy reactivo e inestable. Buscará a otro electrón para emparejarse con él. En el proceso de captación de una pareja, se produce una reacción entre moléculas, y la otra molécula puede convertirse en otro radical libre y perpetuar el proceso. Aunque los Radicales Libres son de vida muy corta (del orden de una milésima de segundo) son tremendamente reactivos (un radical libre puede dañar un millón de moléculas mediante este proceso de auto-perpetuarse).
En el curso normal de su metabolismo, nuestro organismo produce R.L. y aunque puede canalizarlos hacia la producción de energía e incluso en algunas células ser utilizados como armas para destruir virus y bacterias, lamentablemente, cuando son generados en cantidades excesivas su energía extremadamente alta puede dañar los tejidos normales. Como analizaremos posteriormente, los R.L. interrumpen la producción normal de ADN (el material genético), alteran los lípidos de la membrana celular y afectan al metabolismo de las prostaglandinas y las proteínas...