¿Sabíais que los kiwis no crecen en los árboles? Son una planta enredadera que durante muchos años sirvió de elemento decorativo hasta que se descubrió que bajo la piel peluda y poco atractiva había una deliciosa fruta dulce, ácida y refrescante. El kiwi nos puede ayudar a conciliar el sueño, a depurar el intestino, a mejorar las digestiones, a proteger las células de los radicales libres y a prevenir la anemia, entre otras propiedades que repasamos en seguida.
Una pieza de kiwi de tamaño medio (unos 70 g) nos aporta solo 42 kcal llenas de vitaminas y minerales:
85,2 % de la vitamina C diaria recomendada. Esta vitamina es un antioxidante muy potente que, además, tiene función regeneradora de la capacidad antioxidante de otra vitamina, la E. La función antioxidante es fundamental porque protege a otros nutrientes como los hidratos de carbono, las proteínas, las grasas y las moléculas de ADN, de los daños producidos por los radicales libres.
La vitamina C interviene en diversas reacciones del metabolismo, previene las enfermedades cardiovasculares, participa en la desintoxicación hepática y estimula el sistema inmunitario (aunque no sirve para prevenir el resfriado). Esta vitamina participa en la síntesis del colágeno, sustancia estructural del tejido de la piel y de las articulaciones; también es importante para el fortalecimiento de las paredes venosas y el crecimiento y reparación de las células de los tejidos, y las encías. 30,9 % de la vitamina K diaria recomendada...