La definición oficial de aditivo alimentario es la siguiente: «Toda sustancia que, sin constituir por sí misma un alimento ni poseer valor nutritivo, se agrega intencionadamente a los alimentos y bebidas en cantidades mínimas (¿...?) con objeto de modificar sus caracteres organolépticos o facilitar o mejorar su proceso de elaboración y/o conservación» (Decreto 336/75- B.O.E.11/3/75). Pueden tener un origen natural o haberse obtenido por síntesis, artificialmente, añadiéndose a los alimentos para evitar o retrasar su descomposición, mejorar su sabor, cambiar su color o reforzarlo, alterar su textura o mantener su calidad nutritiva. Generalmente, los de origen natural suelen resultar mucho más inocuos que los de síntesis.
A lo largo de los siglos, siempre se han utilizado aditivos para conservar los alimentos (sal, vinagre, especias, ahumados, etc.), pero la triste realidad es que ahora la industria agroalimentaria puede utilizar más de 2.500 aditivos, mayormente artificiales, en un mercado que mueve más de 1.500 millones de dólares anuales...